ESA PLANTA POR LA QUE ME FELICITABAN - PELUQUERÍA DE CABALLEROS


Este cartel lo encontré paseando por la calle Alonso Cano de Madrid. A pesar de que me entran ganas de corregir la puntuación y las tildes, lo encuentro efectivo: la forma y el fondo coinciden con el estado del emisor del mensaje y engancha al receptor. El único punto y aparte convierte la larga frase en una corriente de conciencia de ecos faulknerianos. Pienso que está escrita de forma visceral poco después del hurto.

El que ha redactado la nota se debate entre la pasión y la razón. El trazo de la caligrafía le delata, igual que la cinta adhesiva con que está pegada; hay premura en la elección del papel, que se le queda pequeño para todo el enfado que desea expresar, lo que le obliga  a incorporar un apéndice. Pero estaba calmado cuando lo añadió y también eligió el color del papel racionalmente: amarillo, a juego con su negocio, y llamativo, para que destaque. Y aunque lo ha escrito apresuradamente, las líneas están rectas, lo que me da confianza para ir un día a afeitarme y hacerme un buen corte de pelo.

Como además recurre al sarcasmo para dar las gracias al infractor, creo que puede decirse misión cumplida.





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