EMPUJAR, EMPUJAR, EMPUJAR

Hacía tiempo que no encontraba carteles de los que me gustan. La mayoría de los comercios se gastan tanto dinero en la decoración de sus locales y tiene una imagen corporativa tan estudiada que en sus escaparates o fachadas no puede tener cabida un simple trozo de papel, garabateado con prisa con un rotulador corriente y letra poco cuidada y pegado con celo.

Claro que este se encuentra en una peluquería de mi barrio, cuyos dueños ni se han molestado en renovar el local. Hay un tablero de conglomerado a la izquierda,  carteles de publicidad de cosméticos pegados en el cristal para que no se vea el interior desde la calle, al fondo se ve un radiador, hay celo enrollado en el picaporte de la puerta. 

Parece que los dueños se han cansado de gritarlo cada vez que un cliente intenta entrar y han optado por gritarlo por escrito, con grandes letras y signos de exclamación (solo el de cierre, por lo que inferimos que no hablan español). Seguro que no tienen éxito: mientras leen el cartel, los clientes siguen tirando.

Empujar!! Empujar!! Empujar!!



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