CÓMO VOTAR POR CORREO

La oficina de correos está llena hasta los topes. Hay gente sentada con cara de aburrimiento, otros de pie con cara de cansancio, otros apoyados en los mostradores o en los poyetes de las ventanas, a modo de improvisadas mesas, y están metiendo papeles en sobres o rellenando resguardos de envío certificado. Se pasan los bolis unos a otros. Hay sobres marrones por los suelos, restos de etiquetas, bolis desperdigados. En los paneles luminosos, los números rojos de los turnos pasan a velocidad de vértigo; pasan los turnos de los envíos y de las recogidas.

Es el último día del voto por correo. Los carteros se han empleado a fondo esta última semana y los votantes se apresuran para recoger los sobres certificados que contienen la documentación y las papeletas y para enviar sus votos en el mismo momento. El barullo de la oficina me lleva a pensar que todo se ha hecho con precipitación y con poco tiempo y que la gente apura hasta el último día para hacer las cosas importantes y quiere que los demás suplan su falta de planificación y les exigen extrema eficiencia.

Una mujer a mi lado cuenta que su hermana solicitó en octubre el voto por correo porque iba a estar fuera de su casa durante varias semanas y no volvería hasta el día 20 de noviembre. Tuvo que emprender el viaje sin haber recibido la documentación electoral. No pudo entonces votar por correo, pero tampoco podrá votar el día 20, aunque esté de vuelta en su ciudad.

Tanta gente vota por correo, que da la impresión de que todos los habitantes de Madrid están empadronados fuera de Madrid. ¿No es eso ilógico? Esta revolución de voto por correo, este afán de nuestros conciudadanos de no renunciar a votar en estas elecciones ¿se traducirá en un aumento de la participación? A lo mejor sólo es que todos los que están votando por correo querían irse fuera el fin de semana y por eso hoy está llena la oficina de correos, pero el domingo estarán desiertas las mesas electorales. ¿Se habrán tomado los españoles las elecciones en serio y acudirán en masa a las urnas para decir a los políticos, a los bancos, a los mercados y al mundo entero que están hartos? ¿O serán tan pacatos y conformistas que preferirán seguir anclados en este bipartidismo cuasi decimonónico que les asfixia?

A pesar del trajín y de las circunstancias estresantes, las empleadas de correos manifiestan un humor excelente y bromean y te atienden con una amabilidad asombrosa. Son las siete y media de la tarde, el panel muestra el turno número 296 y hay gente que tiene el 415. Cuando me toca mi turno, una de ellas me dice: “¿Y cómo te has atrevido a venir hoy, con la que está cayendo?”. Debo de ser el único usuario que ha venido a recoger la notificación de una multa.

Para más asuntos relacionados con las elecciones, podéis leer también: Noche electoral y History repeating.

Comentarios

  1. Enrique, hijo, ¿Te han puesto una multa? Ya nos contarás. Muy buena la descripción del trasiego de personas en correos.

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  2. Levanta tu la copa por la gente trabajadora.
    Bebamos por las incontables cabezas.
    Pensemos en los vacilante millones
    que necesitan líderes pero solo consiguen chorizos trajeados de gris.

    Dedica un pensamiento a los votantes que se quedan en casa,
    sus ojos vacíos miran ensimismados extraños espectáculos de belleza
    y un desfile de los malversadores en traje gris,
    una decisión para conseguir cáncer o polio.


    http://www.youtube.com/watch?v=P2bxix3vFYM

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  3. No hay nada como los Stones para ayudarnos a soportar la vida.

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