NO HAY NADA DE VALOR

He quedado en el centro esta noche. Como voy con tiempo de sobra, me paseo por el madrileño Barrio de las Artes, con sus calles peatonales, cuyas aceras nos regalan con fragmentos de poemas de Bécquer, de Espronceda o de Quevedo. Es un lugar clásico por sus bares, pubes y restaurantes, que acogen a gente de todas clases: jóvenes y mayores, muchos extranjeros que vienen a disfrutar de la marcha madrileña y un crisol de las tribus urbanas, pijos, universitarios, neohippies, neogóticos o hardcore. Todo tiene cabida en sus estrechas calles, incluídos los chorizos. Un vecino, se ha cansado de que le roben el coche. Un discreto cartel intenta disuadir a los maleantes: "No hay nada de valor." Sintético. No se puede decir mejor.

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