DÍAS DE VERANO

Las vacaciones sirven para desconectar de todo lo que se hace habitualmente. Cuando el año se pasa sin apenas salir, sin trasnochar, sin hacer excesos, procede hacer lo contrario: rodearse de amigos, salir todas las noches, beber y fumar y no parar de reír. El que tiene muchos compromisos durante el curso, siempre anda rodeado de gente y necesitaría días de cuarenta y dos horas, lo que busca en verano es aislarse, recluirse y llevar una existencia cuasi-monacal.
Pero hay algo que recomiendo hacer tanto a unos como a otros: no encender el televisor o, mejor aún, para evitar tentaciones, prescindir de él. Como mucho, sugiero llevar al lugar de veraneo un pequeño transistor a pilas, por si a uno le entra el mono de enterarse de la realidad y de saber cómo va el mundo.

La poca televisión que he visto durante las vacaciones se reduce a un par de películas y algún telediario. Pero lo único que me ha gustado son los emotivos anuncios de Nike Air, donde no se nos muestra el lado bonito del deporte, el de los triunfos, los premios y los récords, sino que las imágenes son de deportistas que sufren, que lloran, que se quejan, que pierden y que acaban derrotados. Una electrizante música -la intensa canción “Hurt” de Nine Inch Nails interpretada por la voz desgarrada de Johnny Cash, una persona que también parece perder-, subrayan esa tristeza y esa rabia del que lucha. En uno el lema es “Un poco menos de dolor” y en otro, algo más optimista “Un poco menos de gravedad”.

"I hurt myself today to see if I still fill.
I focus on the pain, the only thing that's real (...).
What have I become, my sweetest friend? (...)
and you could have it all: my empire of dirt (...).
I will let you down, I will make you hurt."



Por otro lado, siguen los telediarios, aburriéndonos con el fútbol; la liga y la liga de campeones han comenzado y sabemos lo que comen, lo que beben y todo lo que se dicen los futbolistas, los técnicos, los directivos y las familias de todos ellos. Por lo menos este verano, hemos tenido unos breves momentos de liberación futbolística con la victoria de la selección española de baloncesto, pero, como de costumbre, incluso en los momentos de victoria, los periodistas, con su insistencia, son capaces de hacernos aborrecer a nuestro mayor campeón. Cuando uno ha visto y escuchado al súper dotado Pau Gassol diciendo lo mismo por centésima vez; cuando nos sabemos de memoria las mejores jugadas de la final; cuando vuelven a repetir la recepción con los reyes, con el presidente del gobierno o la llegada a la plaza de Castilla hasta la saciedad, uno se pregunta si no sería mejor no ganar nunca nada. Aunque daría igual: nos repetirían los fracasos a todas horas y se auto-flagelarían y flagelarían a todo el país, que es lo que mejor saben hacer los españoles.
¡Qué aburrimiento! El periodismo actual, basado en la acumulación y la repetición de las noticias que unos seres machacones y cotillas se empeñan en hacernos tragar, me aburre soberanamente.

Una noticia que no me ha gustado es que el Barcelona haya conseguido este año llevar la publicidad de Unicef en las camisetas del equipo de fútbol. Como madridista, ya me dolió que el Madrid se viera obligado a aceptar publicidad y que el Barcelona por el contrario pudiera librarse y presumir de cuentas saneadas. Ahora es aún peor, porque si existe un equipo en el mundo, digno de una publicidad como la de Unicef es el magnífico Real Madrid, magnífico porque fue elegido el mejor equipo del siglo XX, el más laureado; y en lugar de permitirse el lujo de no tener deudas y presumir de ser un equipo diferente, hace publicidad a Siemens. Mucho me temo que por desgracia ya no es diferente como debiera ser. ¡Qué humillación!

La mayor flipada: los insultos del etarra Iñaki Bilbao al tribunal que le juzgaba y al juez Garzón, del tan utilizado por los terroristas “perro”, que nos aplican de manera indiscriminada a todos los españoles que no estamos en su onda, hasta “borracho” o “enano”, que me parecen completamente fuera de lugar. Es como cuando yo me enfadaba de pequeño con mi hermana y la llamaba "fea" o "gorda". Te lo cuenta alguien y no te lo crees. Parece una broma de cámara oculta o un humorista imitando a un exaltado o un sketch de “Agitación + iva”. Yo, escuchándole, había momentos en que pensaba que era la voz de Bernardo, el de “Cámara café”, sí, el mismo del vídeo del niño secuestrado o del cura de "yo peco por ti". ¿Se puede ser más tópico? Con comportamientos como estos, demuestran que están completamente fuera de lugar, que carecen de ideas políticas válidas, que sólo tienen mucha rabia y mucho resentimiento, que se trata de una pandilla de maníacos. Tampoco me debería resultar tan extraño, cuando anda suelto también Bin Laden, que ofrece el mismo tipo de discurso exaltado e irracional.

La última referencia televisiva: la entrevista a Natascha Kampusch, la niña secuestrada. Yo no la he visto, es una de las ventajas de las vacaciones, que normalmente siempre hay algún plan alternativo mejor que ver la televisión. Pero sí que he escuchado los comentarios que ha suscitado la historia, que ya empiezan a tildar de montaje y de fraude. Yo no sé cómo puede ser un fraude que a uno le secuestren, que se escape y que se suicide tu secuestrador, pero bueno. Como ya he dicho, no entiendo muchas cosas últimamente.

Y la última flipada: empiezan a proliferar esquelas conmemorativas de los muertos del año 36. Supongo que se trata de ver cuál de los dos bandos mató a más gente. A eso nos lleva la famosa ley de la memoria histórica del señor Zapatero.

No quedan días de verano.

Por lo demás, me voy preparando para la vuelta a casa y la vuelta al trabajo, pero supongo que sufriré de estrés post-vacacional, como ya me auguran los informativos de todas las cadenas. Yo debo de ser muy anticuado, porque no recuerdo que mi padre tuviera este tipo de estrés cuando volvía a trabajar después de las vacaciones, pero supongo que los de su generación eran de otra pasta.

Como de otra pasta debe de ser Jane Fonda, bellísima en el anuncio de L’Oreal donde confiesa sus sesenta y ocho años. Asimismo maravillosa y radiante aparece Andie MacDowell en los anuncios para la misma marca que leo en las revistas de moda, cuarenta y siete años llevados con elegancia.

De la moda otoño-invierno, ya hablaré cuando vuelva a casa, pero, igual que os advertí sobre los pitillos, ahora tendré que hacerlo con los leggins: vuelven, pero sólo deberían ponérselos las extremadamente delgadas, es decir, la minoría. Ya he escuchado que en televisión se refieren a ellos como "mallas". Aún peor. ¡Todavía recuerdo horrorizado cómo era la vida cuando mujeres vestidas con mallas gobernaban el mundo! Por favor, absteneos.

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