Un buen crítico musical no debería dejarse llevar por sus filias o sus fobias, pero un buen crítico musical es bueno precisamente por tener filias y fobias que le diferencian del resto de los críticos musicales. Yo, que ejerzo de crítico musical amateur y que aspiro a ser un gran crítico musical, debo confesar mi desmedido amor hacia los Beatles y cierta animadversión hacia Lennon, quizá motivada por años de sometimiento a su dictado y al de sus seguidores, que se permitían el lujo de hacer afirmaciones como que McCartney era un hortera y que el genio de los Beatles era John. Es comprensible, porque viví mi adolescencia en los ochenta, con los ecos del asesinato de John Lennon y con, todavía peor, los ecos de todas las barbaridades que se dedicó a decir de su ex-compañero durante la década anterior. Barbaridades como inventarse la autoría de las canciones, erigirse como un héroe de la clase trabajadora, que no fue, y denostar las composiciones de Paul McCartney. En los ochenta era difí