EL BUEN PASTOR

No sé muy bien por qué ahora todas las películas son tan largas. Ésta, en particular, dura 2 horas y 47 eternos minutos. Es inhumano someter al espectador a la tortura de permanecer en un mini-cine, sentado casi tres horas, sin estirar las piernas, sin intermedio, sólo por ver una película que no es extraordinariamente interesante. Lo de estirar las piernas parecerá una "boutade", pero mido más de 1,85, tengo problemas articulares y cada día menos paciencia cinéfila; lo que contribuye a que, si la película no es muy buena, yo no consiga mantener la atención en la pantalla. Pensándolo bien, como voy poco al cine, sí que merece la pena pasar tres horas en una sala: con el precio que tienen las butacas, parece que se amortiza el dinero. En este caso, me temo que no ha habido amortización.

Antes, sólo algunas películas épicas duraban tres horas : "Lo que el viento se llevó", "Los diez mandamientos". Ahora, cualquier historia de nada se convierte en un "largo-metraje. Me pregunto si está justificado que todas las películas sean tan largas o es sólo una muestra de la incapacidad de los realizadores de ser sintéticos, de poner límites a sus obras; parece que la autocensura no es su fuerte y que se regodean en la autocomplacencia, quizá por un exceso de ego, y prefieren someter al público a dos rollos (y no pretendía hacer un juego fácil de palabras) extras de película.

Como soy de filias y fobias y Matt Damon es un actor que no me gusta, me cuesta imaginarlo en la mayoría de los papeles “serios” que interpreta. Con su cara de niño bueno que no ha roto en su vida un plato, no le pegan ciertos papeles, como éste, de Edward Wilson, un frío e insensible espía que contribuyó a la creación de la CIA, pero se los siguen dando.

Su carácterización como hombre mayor es pésima y cuando aparece en la pantalla, junto a su hijo veinteañero, parece su hermano. En la primera aparición del hijo ya adulto, el guionista se ha visto obligado a incluir la palabra “hijo” en el diálogo de Matt Damon, para que no nos perdiéramos. De otra forma, lo habríamos confundido con otro de los colegas espías de Wilson.

Para rematar: existe poca química entre Damon y Jolie. Quizá se trate de eso: el matrimonio de Wilson y “Clover” se lleva tan mal, que quizá el director pensó que Damon necesitaba una actriz que fuera totalmente inapropiada. Angelina Jolie está muy buena, pero no la veo en papeles de época, aunque sean los años cuarenta o cincuenta. Su papel es tan romo y tan decepcionante que no sé muy bien qué pinta en la peli. No sé si alguien se ha creído su personaje, yo no. Al principio, “Clover” es una joven decidida, una chica poco convencional, un poco “fácil”, que viola a Wilson en su primer encuentro. Después de esta irrupción, permanece en la sombra el resto de la película, resignada junto a un hombre que no le presta la menor atención, pero nunca se decide a abandonarle.

He leído por la red que era Dicaprio el candidato inicial para interpretar el papel de Edward Wilson. Da la impresión de que él y Damon son los únicos actores que hay disponibles en la actualidad. Algún internauta gracioso ha dicho que, para lo hierático que es el personaje, hubiera bastado con contratar a Keanu Reeves. Yo, sinceramente, espero que surjan actores alternativos y se renueve un poco el panorama, porque empieza a ser aburrido ver las mismas caras haciendo otra vez de lo mismo.

El reparto, en general, es muy bueno, muchos buenos actores juntos. Pero también me pregunto qué sentido tiene juntar tantas estrellas en un mismo “film” para que actúen diez minutos como máximo. ¿Sólo por el gancho en taquilla? A mí, en puridad, los únicos que me gustan en la película son William Hurt y Michael Gambon, dos instituciones que no suelen decepcionar. Y volvemos a las fobias: como nunca he podido soportar a Alec Baldwin, en especial, desde que le vi en "La sombra", se me hacen muy difíciles las escenas en las que aparece.

La película tiene todos los ingredientes para ser buena: es correcta, tiene bonitas imágenes, su director tiene fama, los actores son buenos y muy nombrados, el guión, a priori, parece interesante.

Pero el guión, para mi gusto, se detiene demasiado en pequeñas subtramas, que no conducen a nada, o nos presenta algún personaje secundario prescindible. Se supone que esas subtramas o la relación de los secundarios con el personaje principal de Wilson deberían aportarnos más detalles que nos dieran una visión más amplia de la creación de la CIA o del personaje, pero no sé si lo hacen. Una vez que ya se ha esbozado una idea en los primeros minutos del metraje de una película, ¿qué sentido tiene insistir en ello? Ya sabemos lo que nos ha querido decir el director: Wilson es frío y sin sentimientos; la CIA se gestó durante la Segunda Guerra Mundial gracias a personajes como Wilson y se cimentó durante la Guerra Fría.

Realmente no sé si el director nos quería contar algo más y me pregunto por qué nos quería contar la vida de una persona tan fría, con tan pocos matices y tan poco interesante como Wilson durante más de dos horas. No llego a saber si sólo nos quería hablar de la fundación de la CIA y nos pone la vida de Wilson como ejemplo de las personas que la crearon y que han hecho que sea así.

O si sólo nos quiere contar la vida de Wilson, que antepuso su trabajo a su vida personal, aunque no se trata de una biografía, porque el personaje de Wilson no existió, sino que es el trasunto de una o varias personas que contribuyeron a la fundación de la CIA.

Tampoco sé muy bien si el director admira al personaje por ser un patriota o lo deplora. Si no lo admira, ¿por qué dedicarle casi tres horas de metraje?

O a lo mejor nos quiere decir que la situación internacional de los EE.UU. actual se ha ido fraguando por la intervención continua de la CIA y por ese tipo de personas.

No es una biografía: el personaje no es real, aunque sí que es histórica, porque nos muestra una parte de la historia de los EE. UU., pero no se decanta abiertamente por el tema histórico, al centrarse en la vida y de Wilson.

No es una película de espías: no tiene el interés, ni la acción, ni la intriga de los clásicos del género.

No es una película política: el director no muestra abiertamente su postura hacia el conflicto que plantea. No se llega a saber si admira el patriotismol, si deplora la actitud de su país por permitir la creación de una organización secreta. Parece que ridiculizara a su personaje, pero no está tan claro.

El equipo no ha sabido aprovechar tanta buena materia prima con la que contaba: la afluencia de tantas caras conocidas cansa y distrae de la acción; el guión termina siendo confuso; el ritmo es flojo y el interés decae en muchas partes de la película. No transmite ninguna emoción; quizá intencionadamente el director pretendía reflejar la frialdad del personaje en la película.

Y, perdón que insista en ello: ES MUY LARGA. No sé si le sobra metraje o le falta ritmo y tensión o las dos cosas. Su excesiva duración consiguió aburrirme y que rebullera en mi asiento (síntoma inequívoco de que me aburro en un cine, porque, si la película me ha atrapado, ni me muevo). Parece no terminar nunca y la vida del personaje no es tan interesante o el director no ha sabido hacerla interesante.

Tantos detalles de la vida de Edward Wilson mostrados de una manera tan didáctica, desde que, en Yale, ingresó en una organización secreta, “Skulls and Bones”, hasta que la CIA construye sus propias oficinas. Me pregunto qué hubiera resultado si el director (el magnífico Robert de Niro, que no abusó del metraje en su ópera prima, “Una historia del Bronx”), hubiera confiado más en el espectador y, quizás, se hubiera hecho acompañar de un montador más estricto. Tengo la sensación de que los directores actuales no confían en la capacidad de los espectadores para deducir cosas de las imágenes que se nos muestran y no quieren insinuar, prefieren mostrar crudamente y con todo detalle las cosas. Insinuar permite al espectador sacar sus propias conclusiones. Los grandes directores del pasado utilizaban las elipsis. O centraban sus historias en periodos más cortos de tiempo y dejaban al espectador la construcción del pasado de los personajes. Enseñarnos la vida de un personaje casi desde su nacimiento no es interesante, salvo que se trate de un documental, lo que no es el caso.

No es buen cine si el director se empeña en guiar al espectador de forma tan ostensible. No es buen cine cuando la película no lleva a ninguna parte.

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